jueves, 28 de enero de 2010

                              Relatos cortos

                                 20 figuritas

Mi mamá me despertó a las siete, como todas las mañanas para tomar el desayuno juntas, peinarme, cabello recogido, bien tirante y llevarme a la escuela. La noche anterior, revisé mi cartera de colegio y la puse en orden, como lo hacía habitualmente,  le había sacado punta a mis lápices, hice la tarea, cambié el cartucho a mi lapicera, puse un secante nuevo dentro de mi cuaderno que mantenía prolijo, sin mancharlo, ni doblar las hojas, mientras iba completando los renglones con cuentas, gramática y dibujos. No olvidé poner mis figuritas, algunas de las cuales intercambiaría con mis compañeras.

Mi hermano, que tenía seis años aún dormía,  yo desde mis ocho años, sentía cierta animosidad hacia él que suponía no tenía ninguna responsabilidad.
Las horas que transcurrían en la escuela  eran un bálsamo para mi, me agradaba aprender, mi curiosidad ávida hacía que prestara atención y lo disfrutase, además era el lugar donde estaba con mis pares y no tenía que escuchar los problemas de los adultos, que casi siempre lograban ponerme triste. Mis padres se habían  separado recientemente, vivíamos con mamá y los abuelos, eran tiempos de cambios que a todos nos tomaron por sorpresa, los adultos se movían en la confusión y mi hermano y yo nos sentíamos desamparados, por lo tanto, la escuela era mi refugio.

Toca el timbre, la señorita abre la puerta, momento de recreo, algunas chicas comienzan a jugar al elástico, día a día, perfeccionábamos los saltos, yo aún no lograba el más alto, que era cuando mis compañeras  llevaban el elástico a la altura de sus cinturas. Otras juegan a la rayuela, conversan o intercambian figuritas y ahí estaba yo, mirando asombrada esas estampas con brillo, hermosas, mi tía Alicia(hermana de mamá) me había regalado una plancha de  pequeñas figuritas, había de todos los tamaños, las más codiciadas las grandes, para hacerse de una de ellas, había que comprarlas ( lo cual no estaba al alcance de mi mamá que aún no tenía trabajo, el abuelo era por ese entonces el único sostén)  o cambiarla por unas cuantas más chicas, deseaba tanto esas figuritas…aún recuerdo sus dibujos, bebés,  indios, elefantes, tigres, damas antiguas, caballeros  y otras, todas de vibrantes colores.
Llegué a entregar diez papeles de alfajor plateado por una figurita grande, hacerle una prueba de matemática a mi compañera de banco a cambios de una, agudizaba mi ingenio, quería poseerlas.
Llegábamos a fin de año, a fin de curso, se acercaba mi cumpleaños que es en diciembre, estaba feliz había logrado veinte figuritas de las grandes, las guardé amorosamente en un libro, cada una entre dos hojas, orgullosa se las mostraba a todos, era mi tesoro, me había llevado casi un año reunirlas, todos los días las miraba, sentí que fue el primer desafío que atravesé sola, sin ninguna ayuda.

El día de mi cumpleaños, la abuela y mamá me prepararon un chocolate con torta para nosotros y unas pocas amigas e invitaron a la hermana de papá ,tía Beba, que era viuda y a sus hijas, mi prima mayor de once años y la pequeña de solo uno.
Le mostré a mi tía mis figuritas, mientras le contaba como las había conseguido, mi prima que también las coleccionaba y había traído las suyas, quería cambiármelas, que disparate, no tocaría ninguna de ellas, las veneraba, solo accedí a mostrárselas nuevamente, se había encaprichado de tal manera que le pidió dinero a su madre para comprármelas, no entendía lo que yo sentía y no aceptaba mi negativa.
Guardé el libro con las figuritas en el cajón de mi mesa de luz y continué jugando.

Por la noche antes de acostarme, tomé el libro para mirar mis figuritas…no estaban, enloquecí de dolor lloré y lloré, mi prima le había dado el dinero con el cual pretendió comprármelas, a mi hermano a cambio de que se las entregase.
Los adultos  minimizaron lo sucedido, nadie se ocupo de que me fueran devueltas,  mi corazón estaba destrozado.

Hoy mi hermano y yo estamos cercanos a los cincuenta años, él es un empresario que ha sabido hacer de cada situación una oportunidad y si la oportunidad esta presente él es el primero en verla, yo soy una emprendedora de éxito, ambos nos profesamos mutuo cariño y admiración y  aún, guardo aquel libro donde atesoré mis figuritas.

Estamos en diciembre, hace dos días mi hermano me llamó por teléfono para saludarme y conversar un ratio; él y yo estamos cercanos a los cincuenta años, él es un empresario que ha sabido hacer de cada situación una oportunidad y si la oportunidad esta presente él es el primero en verla, yo soy una emprendedora de éxito, ambos nos profesamos mutuo cariño y admiración y  aún, guardo aquel libro donde atesoré mis figuritas.

Mientras charlábamos, me preguntó,  que quería de regalo para mi cumpleaños, le respondí;
20 figuritas.

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  2. Que buen relato, un poquito triste, me gusto el desenlace, segui contus entregas!!!

    Seg.

    ResponderEliminar
  3. Muy lindo tu relato, la forma de contarlo, me gusta tu estilo, sencillo pero con una carga sentimental muy grande sin llegar al sentimentalismo. Sigue escribiendo querida Vivi.
    Un besazo desde este otro lado del mar.

    ResponderEliminar
  4. Me gusto, no tengo el caudal literario para hacer una apreciación mas profunda, pero si logro atraparme en todo su desarrollo considero que debemos esperar con avidez tus próximas entregas

    ResponderEliminar

Gracias por tu comentario, tu aporte es mi estímulo!!!